Hace varios meses el pequeño poblado pesquero de Wukan capturó la atención de la red china y de la prensa extranjera cuando se alzó contra los desalojos forzados para construir campos de golf y la corrupción de sus autoridades locales. Los jerarcas del Partido en la aldea, que llevaban hasta 40 años en el poder, terminaron huyendo de la aldea en diciembre y comenzó un innovador experimento social que acaba de escribir un nuevo capítulo. En medio de la misma atención, Wukan eligió el jueves pasado -de manera democrática- a sus nuevas autoridades locales y resultaron ganadores dos de los aldeanos que lideraron la revuelta.
Lin Ziulan, el empresario jubilado que lideró las protestas y fue nombrado autoridad local temporal del Partido en remplazo de los funcionarios fugados, salió elegido jefe permanente del Partido en la localidad por los 12.000 habitantes de el pueblo en el oriente de la provincia de Guangdong, a unas cuatro horas de Guangzhou. Yang Semao, ex presidente temporal del Comité temporal y figura clave en las manifestaciones, fue elegido como su lugarteniente. Entre los candidatos que no resultaron elegidos figuraba Xue Jianwan, la hija del líder de las protestas muerto en circunstancias extrañas mientras se encontraba bajo custodia policial.
Ya el pasado 1 de febrero, el pueblo había elegido entre 22 candidatos a los once miembros del Comité electoral, en urnas privadas y con tarjetones para identificar a los votantes. Entre los once elegidos también figuraban dos líderes de las protestas.
La historia de Wukan
Wukan era uno de esos pueblos que convivía con sus líderes elegidos arbitrariamente. Hasta el 21 de septiembre del año pasado. Cientos de personas se lanzaron a las calles a protestar por la expropiación ilegal de tierras y su venta a entidades privadas. Culpaban a Xue Chang, el entonces secretario del Partido desde 1970, de vender por casi mil millones de yuanes (US$ 159 millones) algo más de 11 kilómetros de tierra a la constructora Country Garden, quedándose con una buena parte. Las irregularidades, afirmaron, venían presentándose desde 1998.
En China, la tierra es propiedad del Estado, pero los ciudadanos pueden alquilarla por setenta años. El gobierno local puede solicitar los terrenos para desarrollar proyectos inmobiliarios, siempre y cuando se compense y reubique a los afectados. Sin embargo, en la práctica, el procedimiento tiende a enlodarse y los procedimientos legales son comúnmente ignorados. Se calcula que el 65% de los “incidentes de masa” en China se deben precisamente al descontento popular por expropiaciones forzadas y demoliciones, tanto a nivel urbano como rural.
En pocos días, los protestantes en Wukan pasaron de cientos a miles. Los funcionarios locales terminaron por escaparse del pueblo, dejándolo en manos de la comunidad. Como reacción común, se aplicó la fuerza: la policía y el ejército bloquearon las entradas y frenaron el ingreso de alimentos y suministros básicos.
Varios líderes de la protesta fueron arrestados. Pero la protesta no se detuvo y los manifestantes escogieron nuevos líderes que los representaran. Pasaron tres meses y las protestas fueron escalando de tono, dejando en algunos momentos un número considerable de heridos y daños a instalaciones gubernamentales.
El 12 de diciembre uno de los líderes arrestados, Xue Jinbo de 42 años, murió en extrañas condiciones bajo custodia de la policía. La muerte de Xue se convirtió en un impulso para los protestantes y gracias a la presión colectiva se lograron instaurar diálogos con el Partido Comunista. Por primera vez en China las autoridades retrocedieron en lugar de atacar más fuerte.
Wukan se convirtió en el primer pueblo en autogobernarse en China, seleccionando a sus propios representantes comunitarios encargados de entablar una conversación directa con los líderes del Partido a nivel provincial. Detrás de todo este proceso ha estado Wang Yang, el jefe del Partido Comunista en Guangdong, quien se ha convertido en una de las nuevas estrellas de la política china.
Las decisiones tomadas frente al incidente de Wukan posiblemente ilustran una tendencia reformista dentro del Partido Comunista en la nueva etapa que inicia en octubre, cuando haya un cambio de poder. La decisión de entablar un diálogo -que ha ya sido bautizada como el “modelo Wukan”- es sin duda una nueva etapa en la solución de conflictos sociales, especialmente en esta provincia que se ha visto golpeada económicamente por las crisis que azotan a Europa y Estados Unidos.
Llámese democracia o gestión efectiva de una crisis, las elecciones de Wukan demostraron ser un experimento social innovador en un país donde los comicios locales no reflejan realmente una representación popular y donde los conflictos sociales suelen resolverse con soluciones "desde arriba".